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viernes, 19 de febrero de 2010

Ahora que tenemos lugar para decir lo que pensamos, ahora que pudimos decirle a nuestra familia y amigos quiénes somos, ahora es el momento de avanzar.

Sí, soy gay

Asumir la homosexualidad no es un acto sino un proceso que empieza por uno, sigue con la familia y amigos y debe continuar en nuestra vida diaria. La discriminación que sufren las personas homosexuales debe ser combatida con una reafirmación constante de lo que somos, de nuestras inclinaciones sexuales y de lo que nos costó esa conquista.

Haga sonar la bocina, grite con ganas

Para empezar puede decorar su auto con símbolos o leyendas que lo identifiquen como gay. De esta forma todos sabrán que es gay y que se siente orgulloso de serlo, y también será reconocido por otras personas homosexuales que podrán ver su valentía y tal vez sigan sus pasos.

Comprar remeras que lo identifiquen como gay puede ser una buena opción. Si debe vestir algo más formal, alcanza con un pequeño triángulo rosa en la solapa. Tenga una copia de una publicación para homosexuales y déjela en un lugar visible, de esta forma hará que la homosexualidad sea una característica más de su identidad sin tener que confrontarse con nada.

Tenga una foto de su pareja en el escritorio de la oficina, aunque algo más aburrida también es una acción efectiva. Si quiere ser algo más atrevido, cite a su pareja para que lo pase a buscar por la oficina a la hora de salida o en el almuerzo. Y asegúrese que se encuentran en el pasillo o la puerta de salida, para que todos puedan verlos.

No permita que la gente haga chistes acerca de homosexuales, pregunte qué es lo que resulta tan gracioso, hágales sentirse incómodos y de esta forma usted se sentirá bien consigo mismo por defenderse y tal vez logre que la próxima vez se piense dos veces antes de hacer un chiste homofóbico.

Asista a los eventos sociales con su pareja (si su pareja lo desea, claro, y si está de acuerdo con las razones) y no intente estar en todos lados sino disfrute de estar los dos juntos a pesar de las dificultades. Si quiere aventurarse un poco más allá, llame a programas de radio o escriba cartas a publicaciones para llevar el debate al público.

¿Por qué?
Puede que todas estas acciones le parezcan innecesarias, excesivas, de mal gusto o decenas de otras críticas válidas. Pero la sociedad debe saber que no puede censurar la homosexualidad. Lo ha hecho en el pasado y debió pelearse cada centímetro del espacio que se ha ganado.

Y no fue gracias a la pasividad sino a medidas y acciones como ésta.

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